Centésimo cuadragésimo día de entrenamiento. ¡Se acabó! Después de cuatro meses y medio en los que he pasado un poco por todos los estados de ánimo se acabó la preparación y la maratón... y ahora sí que puedo decir ya que soy corredor de maratones porque he conseguido acabar la maratón donostiarra. Sí, tenía dudas porque los maldítos 38 kilómetros de la preparación, o en las tiradas largas cuando me quedaba a nada y menos. Pero una vez estando corriendo por las calles de San Sebastián pasé esos 35 y esos 38 kilómetros sin dudar ni un solo momento. Todo el rato estuve seguro de mi mismo, durante todo el recorrido creí en mí, estuve todo el rato con la moral por las nubes y súper motivado. Además el viernes tuve sesión de acupuntura-masaje descontracturante-puesta a punto y salí como nuevo; lo pasé bastante mal porque iba un pelín (por no decir mucho) cargado, pero por suerte Rosa tiene manos de santa y me dejó como nuevo.
Si he tardado varios días en escribir la entrada del domingo ha sido porque quería digerir bien la maratón, disfrutar de mi momento para mi, y reponerme de todas las emociones. Porque acabar una maratón es algo único y espectacular; que no sabría describirlo, vamos, que hay que vivirlo. Da igual tardar tres horas que cuatro horas, lo importante es acabarla y poder decirlo lleno de orgullo y sin cortarse un pelo. Me viene a la cabeza cuando empecé a prepararme la primera maratón, gente cercana a mi me dijeron que estaba loco, que no sabía lo que hacía. Cuando he acabado esta segunda maratón su manera de pensar es totalmente distinta a la inicial. No sé, ya te miran con más respeto, orgullosos de la gran azaña que he realizado, del reto cumplido. Otra gente cercana me admira por la dedicación, superación, esfuerzo empleado y grandísima fuerza de voluntad para estar durante cuatro meses y medio preparándome, sufriendo frío, lluvia, viento, calor, madrugando cuando me hubiese encantado estar en la cama. Pero no sé, esto de correr crea muchísima adicción, hace tres días que he acabado de correr y ya me he apuntado a una media maratón para el 10 de enero, y se me está pasando por la cabeza el año que viene irme a Valencia a hacer la maratón... y conociéndome seguro que me acabaré apuntando.
Al igual que en la maratón de Barcelona haré un resumén de la maratón por las horas y los kilómetros recorridos para así llevar un orden y no liarme explicando unas cosas y otras, o subiéndome por las nubes como me suele pasar normalmente, que empiezo a contar cosas que no vienen a cuento.

Sábado 28 de Noviembre: Por fin ha llegado el día de ir para Donosti. Son muchas ganas las que tengo de coger el tren y embarcarme en esta nueva aventura, que veo que no será la única. A las 7:30 sale el tren con destino Irún; y ya no hay vuelta atrás, es lo que hay y es mi elección. Por mi cuerpo corren mil y una emociones de todo tipo, que si tengo unas ganas que llegue el domingo, no sé si lo haré bien, ¿y si me quedo a medias?, ¿cómo me planteo la carrera?, uff que ganas tengo de poder entrar en Anoeta.
A las 13:03 por fin llego a la capital guipuzkoana con unas ganas locas de estar por allí y disfrutar al máximo el fin de semana. El sábado aprovechar para pasear por la Concha y aún sáltandome un poco la dieta a la víspera de la maratón, no puedo irme de San Sebastián sin probar los pintxos donostiarras.
De momento aprovecho el sábado para desconectar de la maratón y dedicarme a disfrutar de la ciudad y de quedar con unos amigos a los que hacía como unos tres o cuatro años que no veía. Esto me va bien para tener la mente bastante despejada y no obsesionarme ni ponerme nervioso con la carrera, porque como ya he dicho tantas veces las obsesiones tampoco es que sean buenas, y no hay que ser estricto con uno mismo; también hay que dejarse llevar y disfrutar del sitio al que voy. Porque después de 11 años sin pisar dicha ciudad tenía ya ganas y así lo hice. Y también aunque no les dije nada en persona quiero agradecer a Patri y a César lo bien que me lo pasé y como me hicieron desconectar y pasar un buen rato.
Eso sí, cuando me llevaron a la feria del corredor y ya pude tener el dorsal en mis manos entonces me entró un no sé que por el cuerpo, porqué el momento ya llegaba. Pero en el fondo estaba como tranquilo, había una parte de mi que me decía que iba a salir bien la cosa.
Domingo 29 de Noviembre.
5:55. Suena la alarma. Esta vez no me da pereza levantarme, pero tampoco me levanto de buenas a primeras. Estoy en un momento raro; no estoy realmente nervioso por la maratón, ni tampoco tengo especial interés por hacerla. No sé estoy en un estado de tranquilidad y aprovecho para visualizar un poco la carrera y empezar a concentrarme.
7:00. Hay que reponer fuerzas; así que bajo a desayunar un desayuno como dios manda con sus tostadas, fruta, frutos secos, yogurt y té. La verdad es que sigo estando demasiado tranquilo, desayuno con toda la calma del mundo sin estar nervioso y sin pensar en la carrera; disfrutando de mi desayuno y además sin ninguna prisa. Sé que tengo tiempo de sobras y no me hace falta correr; además, las prisas nunca fueron buenas.
Cuando subo de desayunar aprovecho para hacer la visita obligadísima en este caso al baño. Ese día no me podía permitir bajo ningún concepto sorpresas inesperadas y que me fastidiasen media carrera. Porque ya se sabe, con el agotamiento como uno pare ya no hay manera de volver a arrancar.
8:15. Llego a Anoeta. El ambiente es espectacular. Hace fresco, pero no lo tengo en cuenta. El estar al lado de Anoeta ya es mucho para mi, un estadio que siempre me ha gustado en una ciudad preciosa. Vamos la combinación perfecta. Pero dejando emociones a parte me voy para el guardarropa a dejar mis cosas, a prepararme y a ponerme a calentar antes de dirigirme hacia el cajón de salida.
Día: 140
Saludos y a dejarse llevar por las piernas.
Si he tardado varios días en escribir la entrada del domingo ha sido porque quería digerir bien la maratón, disfrutar de mi momento para mi, y reponerme de todas las emociones. Porque acabar una maratón es algo único y espectacular; que no sabría describirlo, vamos, que hay que vivirlo. Da igual tardar tres horas que cuatro horas, lo importante es acabarla y poder decirlo lleno de orgullo y sin cortarse un pelo. Me viene a la cabeza cuando empecé a prepararme la primera maratón, gente cercana a mi me dijeron que estaba loco, que no sabía lo que hacía. Cuando he acabado esta segunda maratón su manera de pensar es totalmente distinta a la inicial. No sé, ya te miran con más respeto, orgullosos de la gran azaña que he realizado, del reto cumplido. Otra gente cercana me admira por la dedicación, superación, esfuerzo empleado y grandísima fuerza de voluntad para estar durante cuatro meses y medio preparándome, sufriendo frío, lluvia, viento, calor, madrugando cuando me hubiese encantado estar en la cama. Pero no sé, esto de correr crea muchísima adicción, hace tres días que he acabado de correr y ya me he apuntado a una media maratón para el 10 de enero, y se me está pasando por la cabeza el año que viene irme a Valencia a hacer la maratón... y conociéndome seguro que me acabaré apuntando.
Al igual que en la maratón de Barcelona haré un resumén de la maratón por las horas y los kilómetros recorridos para así llevar un orden y no liarme explicando unas cosas y otras, o subiéndome por las nubes como me suele pasar normalmente, que empiezo a contar cosas que no vienen a cuento.




Eso sí, cuando me llevaron a la feria del corredor y ya pude tener el dorsal en mis manos entonces me entró un no sé que por el cuerpo, porqué el momento ya llegaba. Pero en el fondo estaba como tranquilo, había una parte de mi que me decía que iba a salir bien la cosa.
Domingo 29 de Noviembre.
5:55. Suena la alarma. Esta vez no me da pereza levantarme, pero tampoco me levanto de buenas a primeras. Estoy en un momento raro; no estoy realmente nervioso por la maratón, ni tampoco tengo especial interés por hacerla. No sé estoy en un estado de tranquilidad y aprovecho para visualizar un poco la carrera y empezar a concentrarme.
7:00. Hay que reponer fuerzas; así que bajo a desayunar un desayuno como dios manda con sus tostadas, fruta, frutos secos, yogurt y té. La verdad es que sigo estando demasiado tranquilo, desayuno con toda la calma del mundo sin estar nervioso y sin pensar en la carrera; disfrutando de mi desayuno y además sin ninguna prisa. Sé que tengo tiempo de sobras y no me hace falta correr; además, las prisas nunca fueron buenas.
8:15. Llego a Anoeta. El ambiente es espectacular. Hace fresco, pero no lo tengo en cuenta. El estar al lado de Anoeta ya es mucho para mi, un estadio que siempre me ha gustado en una ciudad preciosa. Vamos la combinación perfecta. Pero dejando emociones a parte me voy para el guardarropa a dejar mis cosas, a prepararme y a ponerme a calentar antes de dirigirme hacia el cajón de salida.
9:00. Ahora sí, no me he enterado del pistoletazo de salida, pero tal y como ha empezadoa rugir la gente quiere decir que la cosa ya ha empezado. Lo estoy escribiendo ahora, y aún se me ponen los pelos de pollo. Para quien no ha corrido una cursa no lo entenderá, pero para alguien que se ha pegado una gran preparación de tanto tiempo y llega el momento de demostrarlo todo es un momento único. Hasta estoy por decir que cuando pasé el arco de salida alguna lágrima se me escapó de la propia emoción. Y ahí comenzaba mi gran reto. Los primeros kilómetros suelen ser los más difíciles porque hay que buscar un ritmo adecuado, es la puesta a punto, el tomar sensaciones con el terreno, y el momento de no desesperarse si uno ve que le empieza a pasar mucha gente. Es el inicio, el cajón de salida es muy grande y cada uno tiene que encontrar su ritmo.
Km. 1. Parece ser que las primeras sensaciones son buenas, mantengo un buen ritmo, prácticamente a 6 minutos el kilómetro. Dudo un poco de si aflojar un poco, pero viendo que al paso por el segundo kilómetro sigo al mismo ritmo me dejo llevar con este ritmo. Me encuentro bien y tengo muy buenas sensaciones. He de decir más o menos por el primer kilómetro mientras voy paralelo a la ría (una imagen espectacular a las 9 de la mañana), al otro lado de la ría ya se pueden ver a los primeros tirando fuerte.
Km. 5. Una vez ya he tomado contacto con la carrera, me amoldo al ritmo de prácticamente 6 minutos el kilómetro (5:58). Voy cómodo, pero no todo lo concentrado en la carrera como me gustaría. Se me pasa por la cabeza la maratón de Barcelona, recordando que los cinco primeros kilómetros los hice como si nada y quizás el domingo no estaba todo lo a gusto que me gustaría. Al cabo de un rato me doy cuenta por qué no voy tan cómodo. Resulta que el paso por el Km. 5 es por el túnel (de unos 600 metros de longitud), y resulta que en el tramo de ida hacía un poco de subida, porque al dar la vuelta me noté que iba más suelto. Así que ya me puse serio y a seguir. Paso por el Km. 5 0:29:48.
Km. 10. Llevo diez kilómetros corridos y aún no he visto la playa de la concha (si hay algún latinoamericano leyendo esto que no sea malpensado, en España concha no significa lo mismo que en latinoamérica), con lo que ya hay ganas de ver la famosa playa. Por suerte es a partir de este punto kilométrico cuando se enfila el paseo de la concha y es algo precioso; correr viendo la bahía, con el monte Igeldo en frente y el islote de forma de tortuga. Con tal maravilloso paisaje es imposible agotarse corriendo. Me encuentro bien, sigo a mi ritmo (6:02 minutos el kilómetro) y pasando por el Km. 10 haciendo un tiempo de 0:59:58. Sabiendo que hay cámaras grabando hago alguna de las mías al pasar por la cámara, jeje.
Km. 13. Una vez dejada la bahía atrás entro en el tramo más aburrido (al menos para mi) de la carrera. Avenida ancha con una pequeña mediana de setos en medio y muy larga (me he dado cuenta que a mi los tramos rectos muy largos me agobian un poquillo); y para colmo empiezo a notar un poco de rozadura o formación de ampollas por un par de dedos. Por suerte a lo lejos veo a mi mujer que me está grabando; con lo que me pongo a hacer el payasete, y me cargo de moral.
Km. 14. Por suerte ya doy la vuelta a un tramo de tres kilómetros que se me han hecho pesadillos y ya vuelvo hacia la bahía de la concha. Y mejor no pensar en que dentro de unos 20 kilómetros aproximadamente tendré que volver, serviría para desmotivarme; así que por suerte mi mente la tenía a tope y a seguir, ya que el ritmo seguía siendo bueno y constante (6:02 minutos el kilómetro). El paso por el Km. 14 lo hago a 1:24:04
Km. 16. Por fin dejo atrás la avenida pesada, y también para rematarlo bien, y como dejando huella hay una subida fuertecilla de unos 50 metros justo antes de llegar al túnel que da acceso al paseo de la concha; esta vez con el ayuntamiento y el monte Urgull a lo lejos. Sigo disfrutando y pasándomelo bien, disfrutando del paisaje y de la gente que anima.
Km. 18. Dejo ya atrás la playa de la concha y me dispongo a bajar al estadio de Anoeta. Sí, he dicho bien, bajar. No sé cómo, pero San Sebastián da la sensación como que está por debajo del nivel del mar, porque cuando uno se mete para el interior da la sensación de que está bajando, en lugar de subir. También puede ser que como el paseo de la concha está unos metros por encima de la playa, pues eso puede servir de margen. Bueno, a lo que iba, al dejar atras la playa y girar para dirigirme por primera vez a Anoeta, en esa curva me entró de todo, un montón de gente animando. En esos momentos tuve que aflojar un poco el ritmo, porque de la emoción me costaba respirar.
Km. 21. Por fin consigo entrar en Anoeta, aunque fuese la primera vuelta, y luego tuviese que volver a entrar, ya había entrado; a ver que no es lo mismo ir de paso que acabar ahí, pero bueno, no todos los días uno puede decir que ha entrado en una pista de atletismo de un club de primera división. Aunque también he de decir que cada vez que he entrado en el estadio olímpico de Barcelona me ha entrado ese no se que. Pero llevaba muchos meses diciendo las ganas locas que tenía de entrar en Anoeta. Pues sí, por fin lo hice y la emoción fue brutal, que aunque fuese la primera vuelta y solo de paso entré al estadio con los brazos en alto y con alguna lagrimilla de más. A la salida veo a unos niños que quieren que le choque la mano, pues yo voy y lo hago, como agradecimiento me dan ánimos y me crezco para afrontar la segunda mitad de la carrera. Que cuando hago el paso por la media maratón, al ver que también hay una cámara hago de las mías. Entre el Km. 14 y la media me relajé un poco y bajé el ritmo a 6:13 minutos por kilómetro y tardando 2:07:34.
Km. 26. Cuando uno lleva, unos 26 kilómetros corriendo no hay cosa peor que encontrarse con una rampa considerable de un paso subterraneo (me recordó tanto a la cursa que hice en Chile cuando tuve que pasar por debajo de la autopista). Por suerte en este punto tan fastidioso iba enganchado a un grupito de dos o tres corredores, y el que marcaba el ritmo iba diciendo por que zona tirar mejor y cómo tirar; así que aunque no me guste mucho me aproveché de la situación. Si una cosa no tenía esta maratón era mucha gente. Durante la primera mitad aún se iba rodeado de gente y en ningún momento se perdía la estela de alguno de los de delante; pero claro, mucha de esta gente hacía sólo la media maratón, con lo que después de pasar por el punto de la media maratón me di cuenta que había muchos trozos en los que corría solo, y a la que podía intentaba engancharme al de delante. Pero eso es difícil ya que cada uno lleva su propio ritmo, y lo que siempre he dicho, cuesta adaptarse al ritmo de otro (a no ser que un montón de gente siga a una liebre.
Km. 30. Y después de algo más de tres horas estoy esperando ansioso la llegada del Km. 30 para demostrar que eso del muro no existe; bueno, y más que nada estaba esperando como agua de Mayo el gel para tener un plus de energía, que después de tanto correr apetece. Normalmente esa es la barrera psicológica en la que el cuerpo empieza a tirar de las propias reservas y la gente se viene abajo. Yo, en lugar de irme para abajo, me pasó todo lo contrario, me vine arriba y fue cuando empecé a tirar un poco más y ya iba siendo hora de bajar de los 6 minutos el kilómetro para contrarrestar el tramo que me había tomado de relax. Eso quería decir que me lo estaba pasando en grande, estaba disfrutando y estaba en mi salsa. Tan bien estaba que cuando vi la cámara me puse a hacer otra vez de las mías.
Km. 31. Por raro que pareciese y después de llevar más de tres horas corriendo me encontraba fenomenal, las rozaduras no me molestaban y las molestias musculares eran leves, vamos lo habitual cuando se llevan tantos kilómetros hechos. Las motos de la cruz roja iban arriba y abajo preguntando si todo iba bien, yo siempre con el pulgar hacia arriba y además bajando tiempo; con decir que del Km. 21 al Km. 31 había bajado un poco el tiempo a 6:07 minutos el kilómetro. Se acabó ya la relajación, porqué aunque fuese a disfrutar de la carrera no deja de ser una competición y sí, da igual el tiempo que haga, pero si consigo superar mi marca mejor aún; y al encontrarme bien, me pude permitir subir el ritmo un poquillo. Es lo que venía diciendo en entradas anteriores, si me encuentro bien pues aprieto, si no pues aflojo. El paso por el Km. 31 lo hice a 3:08:46.
Km. 35. Ya es la cuenta atrás, la meta está cada vez más cerca y además la gente que hay en la calle animando lleva a uno en volandas con comentarios tipo "vamos... aupa... oso ondo (muy bien)... vamos que esto ya está hecho... sigue así que este es el ritmo que debes llevar". Con comentarios así es normal que uno se crezca y no piense ni en muro, ni en cansancio, ni en nada. Son estos los pequeños detalles que hacen que me encante correr maratones y como las consigo disfrutar al máximo. Es un no sé qué, que me hace sentirme realizado y a gusto conmigo mismo; y es en esos momentos cuando uno se olvida por completo del sufrimiento de los madrugones, las tiradas largas y los abandonos en los entrenamientos. Además en este punto kilométrico me di cuenta que acababa, porque me encontraba fenomenal, mientras que el día que tuve que hacer los 35 acabé casi arrastrándome. A parte de eso, también era el punto de dar la vuelta y tirar ya para el estadio, con lo que más motivo aún para subirme. Mi motivación era tal que ya había bajado de los 6 minutos el kilómetro a 5:55 minutos y pasando por los 35 kilómetros a 3:32:24.
Km. 39. Claro, tanto subir el ritmo cuando llevo un montón de kilómetros las piernas se empiezan a agotar un poco. Ya he pasado la barrera de los famosos 38 kilómetros; es un subidón, pero el cansancio empieza a notarse y cualquier desnivel pasa factura. En estos momentos es cuando más he de hacer trabajar a la mente para no pararme y tirar de la fuerza de voluntad. Así que me lleno de valor y a por todas, a por la recta final. Las emociones también van aflorando, la meta está cerca y eso la gente lo sabe y anima más. Son momentos en lo que no sé que es mejor si dejarme llevar en volandas por la emoción, o bien concentrarme al máximo, porque hacer caso a la gente hace que me emocione y me cueste ventilar; con lo que no me quedó otra que pegar un par de respiraciones profundas, soltar un pequeño grito y a por la meta.
Km. 41. El bajoncillo sólo me dura dos kilómetros; dos kilómetros que se han hecho algo durillos, pero cuando paso por el cartelón del último kilómetro y a lo lejos veo el estadio de Anoeta, se me pasa por completo el bajoncillo y me crezco mucho más. Las emociones van creciendo y más cuando no las tenía todas de acabar (mucha gente con la que hablaba se lo comentaba), pero además de acabar, es que voy a bajar mi marca. Así que de bajón nada, todo lo contrario. La gente ya lleva en volandas a todos los heroes de esta maratón hacia la línea de meta. Es algo brutal, además que ya voy pensando como voy a reaccionar cuando entre en Anoeta, o más bien cuando empiece a rodear el estadio, porque allí hay un montón de gente concentrada aplaudiendo, animando y cargando la moral en los últimos metros. Es ahí cuando hay que darlo ya todo, así que la botellita de agua que llevaba la tiré para ir despejado y poder hacer la entrada triunfal en Anoeta con las manos libres.
Km. 42,195. Ahora sí que es mi entrada triunfal el Anoeta, se me corta la respiración, se me saltan las lágrimas de la emoción, mil y una emociones corren por todo mi cuerpo porque ya acabo, han hecho efecto los cuatro meses y medio de preparación; y ahí están dando sus frutos. Entro al estadio con los brazos en alto y dando muestras de conseguirlo agitando el brazo en alto. Intento apretar el ritmo pero me es imposible por todas las emociones que llevo encima. Así que en la recta de contrameta decido ir suave pero emocionado, sin dejar de mirar en la meta. Si alguien me pregunta que sentía en esos momentos no sabría responder. Pero mucha ilusión y mucha emoción. Hago la curva de los últimos 200 metros creciéndome al ver que delante tengo a dos corredores y los adelanto. Y ahora sí, por fin llego a la recta de meta. Son mis últimos metros y lo he conseguido. En esos momentos uno no puede ya contener sus emociones y se pone a llorar de la emoción por haber hecho la segunda maratón en nueve meses. Levanto los brazos, grito, la gente que está apoyada en la valla anima. Veo a mi mujer, me dirijo a ella y le lanzo un beso enorme. Me giro y atravieso la línea de meta siendo el protagonista por unos pocos segundos, que hasta el speaker centra en mi los comentarios. Es ahí cuando ha valido la pena todo el esfuerzo y por mucho que diga que no volveré a correr una maratón, sé que estoy mintiendo porque correré otra lo más seguro. Aunque el crono marque 4:19:06, mi tiempo real fue 4:13:12, consiguiendo bajar en dos minutos y medio mi marca. Y además los últimos 7 kilómetros hice un promedio de 5:40 minutos por kilómetro. También es aquí cuando ya después de duchado y preparando el equipaje para volver a Hospitalet me preguntaba si realmente es necesario hacer la famosa tirada de 38 kilómetros, si he conseguido acabar. Yo creo que sí que es necesaria si se intenta bajar la marca para ir más preparado. Aunque también en esos momentos me doy cuenta que no me tenía que haber comido tanto la cabeza por esos días que no pude cumplir. Así que lo tendré en cuenta para la próxima maratón. (como acabo de decir, dije que no correría más, pero sé que es mentira jeje).
Y con esto se ha acabado esta nueva aventura de cuatro meses y medio entrenando, 140 días en los que he vivido de todo y en los que he ido explicando todas mis experiencias; esta vez no ha sido centrándome tanto en los entrenamientos, sino que ha sido más en como lo he ido viviendo. Quiero agradecer a todo el mundo que me ha apoyado a conseguir este reto, a los que me han dado ánimos, a los que me han tratado en mis momentos de bajón y cuando estaba cargado muscularmente dándome consejos de estiramientos y demás... vamos amigos, familia, acupuntora... y como no a mi mujer que ha sido la que siempre ha estado ahí y quien más me ha tenido que aguantar en mis momentos de bajón. También quiero agradecer a todo el público donostiarra por lo bien arropado que me he sentido durante toda la carrera dando ánimos y llevándome en volandas hacia la pista de atletismo (a una mujer la vi animando por lo menos en siete puntos distintos).
Ahora sí que el blog lo dejaré un poco apartado y sólo lo utilizaré para decir alguna cursa que haga. De momento ya estoy apuntado a tres más; cursa dels Nassos (31/12 - 10 Km.), media maratón de Sitges (10/1 - 21,097 Km.), y cursa de Sant Antoni (17/1 - 10 Km.). Así que seguiré estando presente por aquí; no tanto como para escribir a diario; pero al menos entradas como resumen de las cursas sí que habrá. No os libráis tan fácilmente de mi, jeje.
Como último apunte antes de acabar esta entrada tan larga decir que durante el viaje de vuelta estuve casi todo el camino durmiendo, pero eso no impidió que pudiese ver este precioso atardecer por tierras navarras.
Distancia recorrida: 42.195 Km.
Distancia acumulada: 879.295 Km.
Que bonito queda el cuadro finalizado.