Ya puedo decir que soy duatleta; así como hace algo más de un año que ya soy maratoniano, ahora puedo decir que soy duatleta. Que nadie se haga ilusiones que el triatlón ni lo voy a tocar, eso de tener que ir nadando no va conmigo, pero el correr y el ir en bici sí que son mis grandes pasiones, y más aún como ha sido esta vez, por medio de la naturaleza, sintiendo el aire puro, ascensos duros, descensos divertidísimos, saltos, fango, agua, y a la llegada un buen bocata de butifarra (vamos, no dejé ni una miga jeje). Pero bueno, voy a ir contando todo ordenadamente, porque sino me empiezo a subir por las paredes y escribo un montón de cosas sin sentido y no estoy por lo que tengo que estar, que es el duatlón. Bueno, mejor dicho, mi primer duatlón del que sólo puedo sacar opiniones positivas, desde la organización, pasando por el avituallamiento, el recorrido y la gran labor de los voluntarios repartidos por todo el recorrido. Si tuviese que poner un pero, es la falta de señalización de los puntos kilométricos; pero claro, se entiende perfectamente si prácticamente un 90% del recorrido transcurre por zonas naturales. Al menos la señalización sí que estuvo muy bien marcada, poniendo cintas para saber en todo momento por donde había que tirar, pintando en el suelo flechas para saber hacia donde había que girar, y poniendo rayas horizontales en las bifurcaciones por las que no había que tirar (aunque eso sí, yo para no perder la costumbre me colé por un tramo que no debía de tirar, suerte que enseguida rectifiqué).
Ayer ya era raro que no me olvidase nada con tanta preparación, que si bolsa, champú, colonia, desodorante, chanclas, toalla, ropa de repuesto, maillot, casco, guantes, zapatillas para correr, zapatillas para la bici, un par de recámaras de repuesto, mancha para hinchar las ruedas, la propia bici. Pero me dejé dos cosas, que a la hora de la verdad, y más en mi, no son fundamentales. Lo primero que me dejé fue el cuentakilómetros de la bici. Realmente no es nada importante, pero como ya me intuía que no estarían marcados los kilómetros, me hubiese gustado poder llevar un seguimiento del número de kilómetros recorridos, pero bueno, nada sin importancia, porque como iba a pasármelo bien y a disfrutar, ya llegaría cuando tuviese que llegar; además sin conocer de nada el trazado, sólo de una imagen del google earth (y con eso no basta), pues tampoco sabía como gestionar el tramo de bici.
Continuando con la otra cosa que me olvidé fue el cronómetro. Ya sé que entreno siempre sin cronómetro y es lo más agradecido que hay al no estar con la carga de si he tardado más o menos (cosa que siempre he dicho en mis entradas del blog); pero me hubiese gustado saber cuanto tardé en hacer cada tramo y no estar expuesto únicamente a un tiempo final global. Y también saber cuanto tardé en hacer las transiciones, aunque ayer realmente las transiciones me las tomé con calma; la primera la hice de pie; pero la segunda, nada más colgar la bici me senté en el suelo y con toda la tranquilidad del mundo hice el cambio de calzado para afrontar el último tramo.
A las 6:00 de la mañana, cuando me despertaba aún estaba un poco empachado de lo que había comido por la tarde en la celebración de los cumpleaños de mi hermana y sobrinos. Vamos eso quiere decir que no cené, con lo que me suponía un dilema. Así que por la mañana, sólo pude comerme un yogurt con copos de avena. Con lo que después de pelearme un poco para poder meter la bici en el coche (tuve que acabar quitándole a la bici la rueda delantera) conseguí echarme a la carretera a eso de las 7:10-7:15, claro, como muy tarde tenía que estar a las 9:00 en la salida para poder guardar la bici en boxes y recoger mi dorsal.

Así que a eso de las 8:30 ya estaba por la zona en cuestión recogiendo mi dorsal (me tocó el número 93, el mismo que el piloto de motos Marc Márquez... eso sí, yo no gané jeje), dejé la bolsa de la ropa guardada en el guardarropa y me fui a aparcar la bici a boxes. He de decir que era mi primera vez que entraba en una zona de boxes de una prueba combinada; tampoco era una zona de transición como las que se ven en las olimpiadas, sino que aquello era un descampado vallado con dos salidas... pero bueno, ya valía para mi, me hacía sentir un gran atleta colocando mi bici de frenos de pastillas y ruedas de 26 pulgadas (cuando el resto de bicis eran pepinos de frenos de disco y ruedas de 29 pulgadas). Pero aún así yo iba todo orgulloso, y eso sí, mi bici ira conmigo hasta que dure, no pienso cambiar mi bici por nada, bien agustico que estoy con ella. Bueno, voy a seguir explicando; después de dejar ya la bici aparcada y practicar dos o tres veces corriendo la entrada y salida de boxes para ubicarme bien, ya solo me quedaban unos pocos minutos para calentar un poco y prepararme para tomar la salida. Las sensaciones en esos momentos eran de tranquilidad, de ay que bien estoy aquí, con este solecillo, poca gente (217 inscritos y 196 que finalizaron). Vamos que aún no era realmente consciente que iba a empezar un duatlón. Pero a la que el speaker comenzó con la cuenta atrás ya me empezó a entrar la cosilla esa que nunca sabré explicar. Ya puede ser una maratón, como una cursa de barrio, que a la hora de tomar la salida me entran un montón de emociones.


Con lo que ya empezaba mi primer duatlón, a ver como me lo montaba para saberme dosificar bien los 25,5 kilómetros totales. Me daba igual que a las primeras de cambio me pasase tanta gente (es lo que tiene hacer una salida sin cajones, que uno se coloca por donde puede, así que espero que no incordiase a nadie). Pero a los dos giros de calles cada uno iba ya a su ritmo y se iban tomando posiciones. Yo he de decir que preferí empezar muy suave aunque me quedase rezagado al final de la carrera; además eran los primeros metros y había que ir cogiendo sensaciones. Con decir que en el giro de 180 grados de la zona parecida a una urbanización, poco antes de adentrarme en la naturaleza vallesana, estaba prácticamente al final de la carrera. Pero al ir sin crono yo iba a disfrutar y a dosificarme bien para no tener luego pájaras innecesarias, ya que el tramo en bici según leí los primeros kilómetros se presentaban duros. Aún así, cuando empecé a adentrarme en la naturaleza me fui encontrando muy bien y aproveché para marcar mi ritmo, con lo que además aproveché para ir pasando a gente; me hubiese gustado tirar un poco más fuerte, pero preferí no arriesgarme. Aunque cuando menos cuenta me dí, ya estaba de nuevo en la zona de salida dirigiéndome a la zona de transición.
La zona de transición ¿cómo la hago, deprisa y corriendo, o tranquilamente? Decidí hacerla tranquilamente y sin nervios; además llevaba los guantes puestos, con lo que me apliqué al refrán "vísteme despacio que tengo prisa". Pues lo apliqué. Llegué de correr, fui en busca de mi bici y sin prisa pero sin pausa hice el cambio de zapatillas, puse las de correr bien puestas porque después del tramo de bici tenía que volver otra vez a dejarla y ponerme las zapatillas de correr. Total, que sin pararme pero sin prisas tampoco me hice el cambio de atuendo, me puse el casco, cogí la bici y a encarar el Montnegre.


El tramo en bici, he de decir que me encantó, pero que a la vez el principio (una vez la carrera se adentra en el corredor del Montnegre) es muy duro, rampas cortas pero con un alto porcentaje de pendiente, vamos que había tramos en los que me tenía que poner de pie en la bici, aunque me patinase un poco la rueda. Pero todo esfuerzo tiene su merecida recompensa, ya que después de la subida siempre viene la bajada, además las bajadas eran muy guapas, sin ser excesivamente técnicas, pero había tramos muy divertidos en los que había que tomar más precauciones. Pero aún así el trazado me encantó. Después de ese primer durísimo tramo las subidas y bajadas se iban alternando, haciendo muy llevadera y divertida la carrera pasando por pistas, alguna trialera, tramos en los que se podía saltar, tramos de fango, algún que otro charco; vamos que el trazado tenía todos los alicientes para que fuese genial. Si hace unos días decía que el tramo de bici me lo iba a tomar con calma realmente me equivocaba, porque tal y como lo estaba disfrutando en los tramos de subida si podía apretar un poco más lo hacía, y en la bajada me dejaba llevar disfrutando al máximo, en algún momento arriesgando más de la cuenta, ya que en una curva casi me salgo del camino. En otros tramos era mejor ir fuerte para pasar mejor los baches. También (aunque estaba todo muy bien señalizado) hubo otro momento que me quería ir por otro camino. Por la cabeza se me estaba pasando otra cosa, y a la que me salí del camino correcto enseguida me di cuenta, y si no me hubiese dado cuenta detrás mio iba una chica que me dio la voz de alarma. Aunque el gran momento del tramo en bici fue mi caida y suerte que estaba prácticamente parado. Venía de una bajada, de repente una curva y una subida inesperada y llena de raíces; no me dio tiempo a subir de piñones para hacer la subida más fácil, con lo que de repente me quedé clavado, no tuve ni tiempo a soltar el pie del pedal y al suelo que fui a parar. Por suerte sólo fue el golpe y pude seguir hasta el final para afrontar los últimos 2500 metros de carrera.
En la segunda zona de transición, después del tute que me había pegado con la bici no tenía ganas de hacerlo deprisa, así que nada más colgar la bici en su correspondiente puesto me senté en el suelo, me quité los guantes, saqué las recámaras de repuesto del maillot y a hacer el cambio de zapatillas con toda la calma del mundo. Aunque cuando acabé el cambio de zapatillas y ya me disponía a hacer el último tramo, tuve que volver a la bici porque me iba con el casco puesto. Así que me quité el casco, lo dejé en la bici, y ahora sí a afrontar el último tramo de la carrera; me bebí un vaso de bebida isotónica y a por todas.


Mi idea de afrontar el último tramo era dándole caña, pero después de 18 kilómetros en bici por plena montaña donde he tenido que hacer bastante esfuerzo las piernas no responden como me gustaría que respondiesen. Así que no me quedó otra que amoldarme a lo que las piernas me respondían. Aunque poco a poco me iría creciendo al ver que delante mío tenía a otro duatleta y lo pasé con cierta facilidad (el pobre iba peor que yo). En ese tramo, aunque iba picando la subida hice todo lo que pude por seguir tirando como pudiese. Suerte que a lo lejos vi a otra chica y ese fue mi objetivo. Cuando llegué al punto de dar media vuelta, enseguida noté que el trazado era bajada, y fue a partir de ahí cuando decidí ya darlo todo; a los pocos metros de dar la vuelta pasé a la chica y a partir de ahí iba totalmente solo para afrontar el final. A la que dejé el tramo de naturaleza para meterme de nuevo en las calles de Sant Celoni las piernas parecía que no querían tirar más, pero yo las hice trabajar todo lo que pude, estaba a nada y menos de la ansiada meta. Por suerte ya estaba encarando la recta final, vi a mi mujer, levanté los brazos y a por la meta lleno de alegría. El tiempo que tardé es lo de menos y la posición tampoco, porque me quedo con la experiencia; pero al menos rondé el tiempo que tenía previsto hacer. Tardé 2:07:01, quedando en la posición 159 de los 196 que cruzaron la meta.

Y así ha finalizado mi primer duatlón, comiéndome un gran bocata de butifarra a la llegada, dándome una ducha calentita (había servicio de duchas) y llevándome una grandísima experiencia en la iniciación a este tipo de competiciones. Yo creo, que visto mi nivel de exigencia, un duatlón así es del calibre perfecto para mi, porque para disfrutarlo va de coña. Además de discurrir por un espacio natural y respirando el aire puro. Así que si las circunstancias lo permiten puede que el año que viene vuelva a repetir esta grandísima experiencia; que para ser una carrera de nivel popular (no hacía falta chip) está muy bien organizada, grandísima labor de los voluntarios, muy buen recorrido, y con poca gente. Vamos que no tengo ninguna pega, a excepción de los pequeños comentarios que he hecho al principio de esta entrada. Eso sí, mi rodilla también se lleva un buen recuerdo de esta competición jeje.
Acabo un duatlón, y enseguida estoy de nuevo en otra carrera. Este sábado es ya la mítica cursa nocturna de Hospitalet, que desde que se inició en 2010 no he faltado ningún año. Eso sí, la previa la haré en cuanto tenga la camiseta y el dorsal en mi poder.
Saludos y a dejarse llevar por las piernas.