Segunda semana de entrenamiento completada y parece que poco a poco voy cogiendo el estado de forma deseado; aunque como siempre hay días que parece que me cuesta mucho llegar y otros en cambio que lo hago como si nada, o sino otros días en los que nada más ponerme a correr noto que las piernas no me responden y he de parar porque no hay manera de tirar (esto último me pasó al inicio de la tercera semana de entrenamiento). Pero bueno, me voy a centrar esta vez en la segunda semana de entrenamiento, y la tercera semana pues ya la contaré cuando tenga que contarla.
En esta entrada no creo que me extienda mucho a hablar, porque como aún es el principio del entrenamiento no es que tenga muchas cosas que contar, tiradas cortas, madrugones y demás; y que tampoco es que tenga muchas ganas de escribir, pero bueno, haré un esfuerzo e intentaré resumir esta segunda semana de entrenamiento lo mejor que pueda.
Esta semana se planteaba de una forma especial, más bien distinta; estaba por medio la verbena de San Juan y yo, para huir de los petardos, decidí marcharme para Andalucía, precisamente a Linares, donde ya estuve el verano pasado y por donde salí a correr unos cuantos días. Así que ya tenía las rutas estudiadas para viernes y sábado. El viernes me tocaba hacer 5 kilómetros y me fui por la famosa vía verde rodeando el pueblo por fuera (tengo que empezar a familiarizarme con las vías verdes), y el sábado me tocaba hacer 11 kilómetros; en un principio me había ideado una ruta para llegar desde donde estaba hasta el poblado íbero-romano de Cástulo; pero como quedé con un amigo de allí para salir a correr nos quedamos al final por Linares haciendo un circuito más o menos circular. Al fin y al cabo me daba igual ir por un sitio que por otro, ya que lo importante era hacer un entrenamiento acompañado, que siempre se agradece y se hace más ameno.
Los tres primeros días fueron más de lo mismo, corriendo por el parque de al lado de casa, no fuese que me perdiese si me iba muy lejos; más que nada me fui por el parque de al lado de casa por no ponerme a diseñar una ruta y tenerme que comer un montón de semáforos; es algo más aburrido, pero voy a lo seguro. Durante estos días tuve la sensación que me cansaba y me costaba llegar (aún seguía tomándome la medicación de la que hablaba la semana pasada). Si a todo esto añadimos que también durante los tres primeros días de la semana corrí con las zapatillas viejas, pues aún tiene más mérito. ¿Y por qué corrí con las zapatillas viejas? Pues la respuesta es bien sencilla. Como tenía la maleta medio preparada para no olvidarme nada decidí meter las zapatillas nuevas (bueno, las nimbus), no fuese que me las olvidase y entonces adiós entrenamiento; y con las ganas locas que tenía yo de correr por el sur porque no hace ese bochorno agobiante; con lo que fui prudente, metí las Nimbus en la maleta y salí a entrenar con mis viejas Asics (las mismas con las que corrí el duatlón). Pues claro, entre el cansancio de la medicación y la poca amortiguación de las zapatillas, pues normal que me costase hacer los entrenamientos... pero esto en el fondo es un punto a mi favor, ya que si corro en condiciones adversas, cuando me ponga en serio rendiré mucho más. Ese es uno de los motivos por los que muchas veces salgo a correr por sitios monótonos; y también es un motivo por el que no llevo música, para así mentalizarme más y trabajar más la mente. Es un caso que ya lo he hablado un montón de veces en las anteriores preparaciones y que en esta no va a ser menos.
Así que entre una cosa y otra me casqué media semana de entrenamiento y con unas ganas locas de viajar hacia el sur para volver a correr por la naturaleza rodeado de olivos y así también poder calzarme tranquilamente mis Nimbus y dar lo mejor de mí. El jueves fue día de viaje, y el viernes a las 7:30 de la mañana ya estaba por las calles de la Estación Linares-Baeza corriendo y dirigiéndome hacia la vía verde para cruzar el río Guadalimar, rodear todo el pueblo y entrar de nuevo a éste volviendo a cruzar el río por la otra punta del pueblo. He de reconocer que se me pasó volando el entrenamiento, lo disfruté y para nada se me hizo pesado. También me hizo mucha gracia ver al grupo de mujeres ya rozando la tercera edad haciendo su paseo matutino para mantenerse en forma antes que apretase el calor. Vamos, que parecía que no había pasado el tiempo desde que estuve por allí en Agosto.
Pero el día que yo estaba esperando ansiosamente era el sábado, porque parece que se va a ser costumbre cada vez que vaya para Linares buscar algún día para salir a correr con mi amigo, ya que en mis últimas dos visitas (también han coincidido con preparaciones maratonianas) hemos quedado para salir a correr; y esta vez el recorrido ha sido el mismo que la otra vez, sólo que haciendo alguna vuelta más y haciendo alguna variante para poder completar los 11 kilómetros del entrenamiento. Claro, a la vez que espero con ganas este día es jugar con un arma de doble filo, ya que desde el minuto 1 hasta el final del entrenamiento no paramos de hablar, con lo que eso acaba fatigando más. Pero por raro que parezca eso es sólo al principio, porque a la que cogimos el ritmo, prácticamete a cada kilómetro bajábamos uno o dos segundos el tiempo. Yo tenía pensado hacer el entrenamiento en una hora, o quizás un pelín más; y para nuestra sorpresa es que lo hicimos en unos 58 minutos. De ahí a que me encante tanto correr sin mirar el crono, porque voy a mi ritmo y a mi gusto sin estar condicionado por tiempos ni demás. Con lo que el entrenamiento fue genial y otra experiencia más para mi vida de runner.
Y así finalizó mi segunda semana de entrenamiento; empezó siendo cansada y monótona; y acabó por todo lo alto y con síntomas de ir motivándome y cogiendo el estado de forma esperado. Con la próxima semana de entrenamiento serán ya 21 días entrenando, con lo que en teoría el cuerpo ya se tiene que adaptar a una rutina. La tercera semana no ha empezado como me hubiese gustado; pero eso ya lo explicaré en la siguiente entrada... mientras tanto yo sigo con mis entrenamientos.
Saludos y a dejarse llevar por las piernas.

Los tres primeros días fueron más de lo mismo, corriendo por el parque de al lado de casa, no fuese que me perdiese si me iba muy lejos; más que nada me fui por el parque de al lado de casa por no ponerme a diseñar una ruta y tenerme que comer un montón de semáforos; es algo más aburrido, pero voy a lo seguro. Durante estos días tuve la sensación que me cansaba y me costaba llegar (aún seguía tomándome la medicación de la que hablaba la semana pasada). Si a todo esto añadimos que también durante los tres primeros días de la semana corrí con las zapatillas viejas, pues aún tiene más mérito. ¿Y por qué corrí con las zapatillas viejas? Pues la respuesta es bien sencilla. Como tenía la maleta medio preparada para no olvidarme nada decidí meter las zapatillas nuevas (bueno, las nimbus), no fuese que me las olvidase y entonces adiós entrenamiento; y con las ganas locas que tenía yo de correr por el sur porque no hace ese bochorno agobiante; con lo que fui prudente, metí las Nimbus en la maleta y salí a entrenar con mis viejas Asics (las mismas con las que corrí el duatlón). Pues claro, entre el cansancio de la medicación y la poca amortiguación de las zapatillas, pues normal que me costase hacer los entrenamientos... pero esto en el fondo es un punto a mi favor, ya que si corro en condiciones adversas, cuando me ponga en serio rendiré mucho más. Ese es uno de los motivos por los que muchas veces salgo a correr por sitios monótonos; y también es un motivo por el que no llevo música, para así mentalizarme más y trabajar más la mente. Es un caso que ya lo he hablado un montón de veces en las anteriores preparaciones y que en esta no va a ser menos.
Así que entre una cosa y otra me casqué media semana de entrenamiento y con unas ganas locas de viajar hacia el sur para volver a correr por la naturaleza rodeado de olivos y así también poder calzarme tranquilamente mis Nimbus y dar lo mejor de mí. El jueves fue día de viaje, y el viernes a las 7:30 de la mañana ya estaba por las calles de la Estación Linares-Baeza corriendo y dirigiéndome hacia la vía verde para cruzar el río Guadalimar, rodear todo el pueblo y entrar de nuevo a éste volviendo a cruzar el río por la otra punta del pueblo. He de reconocer que se me pasó volando el entrenamiento, lo disfruté y para nada se me hizo pesado. También me hizo mucha gracia ver al grupo de mujeres ya rozando la tercera edad haciendo su paseo matutino para mantenerse en forma antes que apretase el calor. Vamos, que parecía que no había pasado el tiempo desde que estuve por allí en Agosto.
Pero el día que yo estaba esperando ansiosamente era el sábado, porque parece que se va a ser costumbre cada vez que vaya para Linares buscar algún día para salir a correr con mi amigo, ya que en mis últimas dos visitas (también han coincidido con preparaciones maratonianas) hemos quedado para salir a correr; y esta vez el recorrido ha sido el mismo que la otra vez, sólo que haciendo alguna vuelta más y haciendo alguna variante para poder completar los 11 kilómetros del entrenamiento. Claro, a la vez que espero con ganas este día es jugar con un arma de doble filo, ya que desde el minuto 1 hasta el final del entrenamiento no paramos de hablar, con lo que eso acaba fatigando más. Pero por raro que parezca eso es sólo al principio, porque a la que cogimos el ritmo, prácticamete a cada kilómetro bajábamos uno o dos segundos el tiempo. Yo tenía pensado hacer el entrenamiento en una hora, o quizás un pelín más; y para nuestra sorpresa es que lo hicimos en unos 58 minutos. De ahí a que me encante tanto correr sin mirar el crono, porque voy a mi ritmo y a mi gusto sin estar condicionado por tiempos ni demás. Con lo que el entrenamiento fue genial y otra experiencia más para mi vida de runner.
Y así finalizó mi segunda semana de entrenamiento; empezó siendo cansada y monótona; y acabó por todo lo alto y con síntomas de ir motivándome y cogiendo el estado de forma esperado. Con la próxima semana de entrenamiento serán ya 21 días entrenando, con lo que en teoría el cuerpo ya se tiene que adaptar a una rutina. La tercera semana no ha empezado como me hubiese gustado; pero eso ya lo explicaré en la siguiente entrada... mientras tanto yo sigo con mis entrenamientos.
Saludos y a dejarse llevar por las piernas.