lunes, 4 de julio de 2016

Semana 3. Volvemos a la carretera de les Aigües

Ya ha finalizado la tercera semana de entrenamiento y poco a poco el cuerpo va cogiendo la forma necesaria; sólo que hay un pequeño pero, y es el que me lleva por la calle de la amargura, cosa que por ejemplo en Andalucía o Extremadura (como estuve por allí el año pasado) no ocurre, y no es ni más ni menos que el maldito bochorno, sí, eso de salir a correr y a los diez minutos ir ya con la camiseta empapada en sudor. Como vengo diciendo en estas pasadas entradas, todo lo que sean adversidades a la hora de la verdad (el día de la maratón en concreto) puede ser un punto a mi favor; ya que siendo la maratón a finales de octubre, la temperatura que hará será la perfecta; ni excesivo frío, ni calor. Con lo que el bochorno se irá a paseo. Eso querrá decir que si voy cogiendo la forma durante los meses de intenso calor en Barcelona, y consigo hacer tiradas largas aguantando el bochornazo puedo tener bastantes puntos ganados a mi favor para poder hacer una buena marca. Porqué siendo mi tercera maratón, sé que mientras no haya ninguna lesión y siga el plan de entrenamiento la conseguiré acabar. Ya no soy un novato y esto no me pilla por novedad, además que son muchas horas de entrenamiento, y muchas horas para pensar, plantearme la situación y saberme dosificar. Con la mente bien puesta, yo aseguro que unas tres cuartas partes del trabajo está bien hecho. Lo he dicho muchas veces, y no me cansaré de repetirlo, una maratón es más cabeza que físico; el físico y tanto que cuenta, que nadie pretenda correr los 42 kilómetros sin haberse preparado bien porque no lo consigue. Pero la mente hay que tenerla muy bien amueblada.

He de decir que durante estas primeras semanas de entrenamiento me está costando bastante centrar la mente en lo que lo tengo que centrar. No consigo dejar de lado mis cosas personales y ponerme al 100% en los entrenamientos. Se juntan muchas cosas y uno no consigue comprender porqué no puede rendir a tope. No sé si es la situación que estoy viviendo que me retiene un poco, el bochorno, o la monotonía de algunos entrenamientos lo que no me deja tirar para alante como a mi me gustaría; aunque también he de decir que el sábado, que me tocó correr 13 kilómetros, los hice bastante bien, llevando un ritmo incluso más rápido del que me pensaba. Con esto también me he de empezar a ir con cuidado. Ya van viniendo las tiradas largas y he de empezar a controlar bien el ritmo de entrenamiento para no acabar demasiado fatigado; o quedarme a pocos kilómetros de la finalización del entrenamiento (como me pasó un par de veces durante la preparación de la maratón donostiarra). Así que la dosificación y la mente son dos elementos fundamentales para los entrenamientos. Porque una cosa es correr una cursa de 10 kilómetros, donde ahí es ir medio fuerte desde el principio, ya que es una carrera "corta", y por eso yo quiero dejarlas (las cursas de 10 kilómetros) un poco de lado, porque las veo como muy exigentes. Hombre, una maratón es mucho más exigente, evidentemente, pero no fatiga tanto, ni hay que exigir mucho al cuerpo. Esto el que se esté adentrando en el mundo de la media maratón y más fondo lo comprenderá.

Bueno, voy a hablar de mi tercera semana de entrenamiento, que me pongo a escribir de otras cosas y
no estoy por lo que tengo que estar, que es mi entrenamiento. Claro al escribir, ahora, sólo una vez por semana, pues la cosa cambia. Pero a lo que iba. La semana no es que empezase demasiado bien para mi. El lunes, y recién llegado del pueblo me tocaba hacer mis queridos cambios de ritmo; y no sé si entre una cosa y la otra mi cuerpo no quería rendir, con lo que cuando comencé a correr ya noté que iba a costarme mucho poder acabar el entrenamiento. Y así fue, no me notaba nada finas las piernas, como que no me respondían, y me di cuenta finalmente de eso a la que pegué el cambio de ritmo; mis piernas no querían correr y yo me notaba bastante fatigado. Con lo que decidí abandonar el entrenamiento y no forzarme; por un entrenamiento que no hiciese tampoco iba a pasar nada del otro mundo. Eso sí esto no lo puedo ir haciendo todos los días y cogiéndolo como un mal vicio. Porque ya se sabe lo que ocurre cuando se empieza a dejar de lado algo, que al final se deja definitivamente; sino cuantos se apuntan al gimnasio y empiezan "uff, hoy estoy cansado, ya iré mañana" y al día siguiente lo mismo, hasta que al final se está pagando para nada.

Pero la semana rara no se acaba aquí, ya que el martes, por ciertos improvistos (que no tiene nada que ver con el entrenamiento), no pude salir a correr por la mañana, así que me tocó pasar a la tarde/noche el entrenamiento; suerte que no fue un día muy sofocante y se pudo hacer el entrenamiento con toda la normalidad del mundo; además me ingenié un circuito bastante majo que hizo que no se me hiciese para nada pesado el entrenamiento, porque no sé que me pasa, que cuando tengo que dar vueltas por un sitio, enseguida me agobio. El miércoles otro día de esos raros, ya tenía pensado en mente que no iba a correr por la mañana, habiendo corrido la tarde/noche anterior; así que tenía pensado volverlo a hacer a última hora del día cuando el sol empezase a bajar; pero desgraciadamente el miércoles tuve un día muy movidito, vamos que no paré para nada, y cuando se iba acercando la hora del entrenamiento ni me molesté en cambiarme de ropa porque me sentía muy cansado; así que el descanso del jueves lo pasé al miércoles, y el jueves sí que salí a entrenar por la mañana, el viernes también; y el viernes como me desperté demasiado pronto, antes de ir corriendo al trabajo, preferí salir a correr a eso de las 6:30 y entrenar cerca de casa, para así poder ducharme y desayunar tranquilamente.

Esta vez sí que estaba esperando el sábado como agua de mayo, ya que, aunque fuese a correr solo, me iba a la carretera de les Aigües, ese sitio ideal para salir a correr, porque está en plena naturaleza, es un recorrido prácticamente llano, y además cada 500 metros hay un punto kilométrico para saber en todo momento la distancia recorrida. Este camino no es circular, sino que es lineal; con lo que se puede acceder por Sant Just Desvern (por donde suelo ir siempre), o por el final de la avenida Tibidabo, que es por donde he ido esta vez. Quería cambiar el recorrido, para hacerlo más entretenido, y también para evitar subir la rampa del primer kilómetro... y que leches, que tenía ganas de empezar por el lado contrario. Siempre voy por el mismo sitio y el sabado quise variar; aunque esa carretera me la conozco al dedillo de las veces que he salido a correr por allí. No sé, para mi aquel camino tiene algo especial, el respirar aire puro, el poder ver la ciudad de Barcelona y su periferia a mis pies, el ver a otra gente que con el mismo entusiasmo ha salido a entrenar, que cada vez que voy a la carretera de les Aigües no acabo excesivamente cansado porqué disfruto al máximo. Y luego cuando acabo, como suelo dejarme el último kilómetro para hacerlo caminando disfruto de las vistas, y puedo pararme a hacer alguna foto y poderla poner en este blog. Con esto creo que sin explicar como me fue el entrenamiento del sabado, uno se puede hacer a la idea de la dinámica del entrenamiento. Eso sí, como se nota que por el lado que fui esta vez es zona de pasta, demasiado Robocop fosforito y algún que otro coche de muchos billetes.

La cuarta semana, creo que de momento ha empezado bien, mejor de lo que me esperaba. Aunque no voy a avanzar nada, y así lo cuento más tranquilamente en la entrada de la semana que viene.


Saludos y a dejarse llevar por las piernas.

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